Una mañana de solsticio, cuando el frio te cala en los huesos, cuando te abrigas más y más y aún no es suficiente, pensás, qué podría ser mejor opción sin clases de colegio, sin clases obligatorias de adultos, sin excusas de salir a la calle.
es donde caés en cuenta que existen los momentos perfectos... y no hablo de las nimiedades, hablo de los momentos como estos:
Luego de una ardua tarea de cocinar laboriosamente unos panqueques, sueno mártir, no? , ok fueron laboriosos pero no los hice laboriosamente. leí laboriosamente la receta y agregué 4 ingredientes que no contemplaba el pedazo de cartón que escribía las condiciones en las cuales los panqueques te quedarían igual que la foto, cosa que nunca ocurre, pero la vainilla es un aromatizante natural que siempre incluyo en mis panqueques, ese y otros tres secretos más de mi receta.
Bueno, con ayuda de mi pequeño saltamontes, Diana, mi pupila, que nunca aprendió a darle vueltas sin hacer estropajo la estructura del panqueque...
mientras Lucas, estaba sentado en el baño, cantando, simulando una estancia de dificultad evacuadora para no intervenir en la cocina... no voy a hacer alusión a las posibilidades de que esto sea un parámetro general, "hombres huyendo a la cocina" porque conozco muchos que las disfrutan y sobre todo, Lucas, cuando estamos solos tampoco huye al baño... sinó que me acompaña amén de poder cercenarse un dedo o de cortar desde un mal ángulo algún ingrediente que estamos incluyendo en la receta.
Entonces, dicho esto, mi hijo queda exento de culpa por hacer coincidir la hechura con la hechura.
:) (se que lo va a leer cuando sea grande y no quiero causar preferencias ni susceptibilidades ya que acabamos de tener una rencilla de: "vos tratás mejor a Lucas que a mi", y no voy a decir quien fue la líder de la guerrilla)
sigamos.
El fin, de toda esta ambientación inicial es que quiero compartir con todos, incluido ellos, los protagonistas de una linda conversación generada a causa de querer encontrarles una nueva casa matriz a los perros, viendo las posibilidades, salió a relucir el nombre de un Tio, Walter, el tio Walter, al cual queremos mucho, tiene un a linda quinta llena de arboles frutales, perros, gallinas, cerdos, patos achachairú y un caballo, un paraíso para los que aman la naturaleza y su consumismo.
Y para los cuales tienen el rigor de comprender cómo es que el ciclo de la vida se cumple a cabalidad en especial cuando se viene algún cumpleaños familiar y deciden preparar un cerdito, unos patitos, o un locrito, con huevo de entrañas y todo...
aja.
Una de las razones por las cuales no entiendo a la raza humana es por la calidez con la cual preparan sus alimentos.
No entiendo cómo no se encariñan.
Sentados en la mesa, comiendo unos deliciosos panqueques con miel de abeja, tio Walter reinaba en la charla, con su quinta y su caballo..
lucas salta y dice de pronto:
Mamá. el caballo de Tio Walter se comió a diez niños.
La mamá. que en este caso resulta ser una aliada de la lógica y la ciencia y la tecnología responde:
jajajajaaj que hablas burreras.
Así de científica fue su reacción.
Y Diana salta: siii mamá, tio Walter dijo que su caballo se comió a diez niños.
La mamá científica responde: y ustedes le creen a esos cuentos?, son mentiras de su tio, es imposible que un caballo se coma a diez niños. En primer lugar, tendría que amarrarlos.
Lucas dice: si, el caballo está amarrado.
Mamá científica responde: nooo, me refiero, a que, para que un caballo se coma a diez niños, tiene que amarrarlos primero, porque sinó, los niños correrían por todos lados. y no podría comérselos.
Imagínate, yo caballo, me estoy comiendo a un niño. y vos niño. te pararías a mirar?
y después de que el caballo se come a un niño te dice: che! te toca a vos. y vos le respondes.
ok, por donde querés empezar. por acá, estirando un brazo, o por acá, mostrándole una pierna.
noooo, nada que ver lucas. pensá... tiene que amarrarlos.
Lucas piensa... me mira. lo analiza. y mientras mastica se da cuenta que no existe posibilidad universal de que eso ocurra. si, lo sé. veo la claridad en sus ojos de que se dio cuenta que su tío lo boicoteó.
La mamá científica y completamente lógica le dice: VISTE, es imposible que un caballo se coma a diez niños. o sea, hasta cuerda tiene que conseguir el caballo.
y la dulce, tierna, esplendorosa Diana. cortando su panqueque...
después de un dulce bocado mientras nos observe responde:
Además, los caballos son vegetarianos.
vieron?, de tal palo tal astillita.
MOMENTOS PERFECTOS.