En estos días he
aprendido a tener paciencia a contratiempos ajenos, a pensamientos tardíos y
maliciosos con respecto al futuro, he vuelto a perder para empezar a ganar...
Te pasas la vida
esperando lo mejor de tu prójimo, según el Evangelio de Cristo, deberíamos amar
al mismo, que gran tontería.
Te pasas la vida observando
a tus costados y pensando, cómo lograrías que el ser humano prospere, que cometa
cada vez menos equivocaciones, que los daños sean cada vez menores, que no te
defraude, obviamente, para amarlo mejor.
Acusas al tiempo,
a la ausencia de madurez, rezas por Fe para no perder la Fe, en él, en el Ser
Humano, en tu prójimo… tu próximo, tu cercano observable.
Esperas, juzgas y
te conviertes en un ser pasivo, esperando el error ajeno para echárselo en
cara, es más fácil, más liviano, observar desde la orilla, sin mojarse, atento
y notar el más mínimo movimiento que emerge de las profundidades acuosas para
poder delatar a gritos algo que desconoces, gracias a tu distancia, ahí en la
orilla te es imposible entender qué provocó dicha alteración de tu quietud
observada.
Ser espectador es
claramente más cómodo.
Han sido un par
de meses difíciles, desde adentro de mi corazón, he combatido contra cosas que
nunca había imaginado y quiero dejar por sentado la moraleja de esta canción, ¿cuál
canción?, la que me susurra a diario y contrae mi estómago, la que me lleva de
metáfora en metáfora a la orilla de aquel lago esperando un pequeño movimiento
para atacar. La que me hizo perder la confianza, en el hombre, en ese hombre
que debemos amar, según el evangelio.
Entonces, después
de merodear en mis suaves curvas pensantes resumo.
No esperes que el
resto se corrija, no estés pendiente del otro, no te esfuerces por cambiar las
cosas que no dependen de ti.
Es tan claro
cuando lo escribo, es tan claro cuando lo leo, tan normal, tan obvio, pero en
nuestra cotidiana forma de vida, deja de existir este simple pre-texto de
entender nuestra noción de corrección.
Y me lo digo a mi
misma -porque esto va para mí- para que lo lea y lo entienda, porque cuando lo
leo, resulta fácil entenderlo:
Paola,
Deja de enseñar, NADIE
TE LO PIDE.
Deja de aprender,
NADIE TE ESTÁ EVALUANDO.
El aprendizaje es
esencial, pero nace desde adentro, de vos, en cada experiencia y no requiere un
esfuerzo espiritual.
Muchas veces vagar
por tu mente sin un sentido específico resulta ser más trascendental que
ocuparte de asuntos ajenos que no te competen.
Educa a tus hijos
para que no se topen con un libro de Auto-ayuda a temprana edad, educa a tus
productos viscerales para mantener los límites de tu entorno medianamente en
paz, hasta que el caos reine y ellos tengan que emigrar en búsqueda de sus
ideales, metas y construyan sus propias vidas, independientes y poéticas.
Cuando el caos
domina, respira hondo, has una pausa, organízate dentro del caos y gobierna.
La paz es un
estado personal, el caos es una suma de estados de paz que no son compatibles y
conforman un caos.
No te entrometas
en la paz ajena, vive tu vida.
Todo esto lo
escribo para que Paola deje de tratar de salvar al mundo.
Morirás en tu
intento sin lograrlo, solo comprende que el caos es necesario para poder vivir
en paz y sobre todo, nadie te lo está pidiendo.
Los súper héroes usan la ropa
interior por fuera y según recuerdo no te he visto nunca vestirte así.
Disfruta cada día
de tu vida, sin enseñanzas, sin aprendizajes.
Deja de
estresarte por el futuro de los demás.
Vive y deja
vivir.
By P.V.