¿Creerías si
te digo que te extraño?.
Pero
curiosamente, no sé a quien extraño.
Extraño
momentos en los cuales estoy acostada, dándote la espalda y de pronto siento
tu respiración en mi nuca, levanto suavemente la mano por encima de mi cabeza,
hacia atrás y palpo con suave firmeza la profundidad de tus cabellos, mis dedos
se hunden entre ellos y presionando
suavemente siento tus labios compartir mi jadeo mientras impactan con suavidad mis estratos.
Luego estiro
el brazo que yace en tu cabeza, para dar cobertura a mis caderas, que se
inclinan en un acto heroico hacia tus concavidades para formar con mis convexidades
un mundo nuevo y complementario.
Te entiendo,
no es suficiente, lo sé.
Pero ese
instante… ese puro instante, es lo que más extraño.
El resto es
marea sobre la orilla, barriendo sin cesar la ondeante superficie de mis
superficialidades.